CATALAN WAYS

Alfons Flores, escenógrafo transfronterizo

Lluc Castells y Franc Aleu, proyectos compartidos

“Catalan Ways” tiene dos significados: estilos catalanes o caminos catalanes.

“Way” como camino, trayecto, recorrido, viaje... pero también como estilo, forma, costumbres, rasgo diferencial.

¿Podemos hablar de escenografía mediterránea, nórdica, catalana, checa?

¿Las diferentes culturas conllevan estilos diferentes? ¿O en este mundo cada vez más global, en el que compartimos referentes universales, los rasgos diferenciales se han diluido y se vuelven difusos?

La PQ15, con la representación de 71 países, fue sin duda un buen lugar para contrastar y debatir esta cuestión.

Presentamos algunas de las creaciones de Alfons Flores de los últimos años en el campo de la ópera.

Muchas de ellas compartidas con Franc Aleu, vídeo creador, y Lluc Castells, escenógrafo y figurinista.

La música es un lenguaje que, como la escenografía, no necesita expresarse con palabras.

En la ópera hay un librito, pero también el hábito de conservar siempre su lengua original sea donde sea que se represente. Es un género donde el texto no ocupa un lugar preeminente como en el teatro y muchas veces es sólo el pretexto para la música y el canto.

Y también para el espacio, ya que permite y casi pide la búsqueda de nuevos mundos para expresarlo.

Y eso es lo que nos propone Alfons Flores.

Mundos, universos propios dispuestos a ser compartidos con nosotros, espectadores del siglo XXI, que entroncan directamente con nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestros miedos.

Espacios de factura rabiosamente contemporánea para contener los temas universales de las óperas clásicas, para darles una nueva luz. Espacios duros o poéticos, pero nunca complacientes. Espacios que nos provocan preguntas que nos inquietan, nos hipnotizan.

Espacios grandiosos, abrumadores. Máquinas enormes donde a menudo el individuo es engullido por el grupo o por el mismo dispositivo.

Escenografías como altas montañas infranqueables.

A menudo intérpretes y espacio forman un todo inseparable, humanos y maniquíes se mezclan, todos con la misma piel.

Las imágenes proyectadas cambian las texturas de los espacios. A veces nos cuentan otras historias que se sobreponen a las propias de la escenografía. Otras, las transforman profundizando en los pliegues de la piel.

Los vestidos crean personajes pero sobre todo grupos. Los individuos forman parte de comunidades. Las comunidades son aparentemente uniformes, grises, pero si observamos con atención, cada individuo se revela con pequeñas diferencias. El vestuario interviene de forma decisiva en la dramaturgia. A veces se integra en la propuesta de una forma mimética, otras nos propone otra lectura, otro punto de vista.

Alfons Flores nos puede mostrar también muchas caras. Trabajando con diferentes equipos artísticos se transforma. Construye diferentes mundos. En algunas propuestas aparece rabiosamente el color, ese color ausente en muchos espacios, y una vez más nos seduce y a la vez nos inquieta.

En nuestra muestra Claudia, modelo de la escultura que conforma la escenografía para Le grand macabre, tuvo una vida más allá del montaje por el que fue concebida. Se transformaba en una obra autónoma descubriéndonos otros valores, revelando la valía en sí mismos. Franc Aleu creó nuevas imágenes que interactuaron con ella.

Hubo un montaje de vídeo en una gran pantalla que mostró imágenes de las diferentes óperas de los últimos años, dialogando tanto con el espacio del Colloredo como con el modelo de Claudia.

Montse Amenós, comisaria de Cataluña,
Sección de países y regiones.

Barcelona, 15 de enero de 2015